El índice de
la conciencia te duele.
El hambre
siempre ha sido el rumbo
Que siguen
tus pies descalzos.
Te usurpan,
te golpean, te violan…
Lloras,
sangras, sufres, una y otra vez
La misma historia.
Se va
haciendo ceniza tu tez.
Pero continúas
ahí,
Dormido sobre
el piso fértil.
Acurrucado sobre
las leyendas de aquí,
Cuentos que
te engrandecen,
Mitos que
todos los niños te agradecen.
Tu derecho a
la justicia tiene su sepulcro
Usurpado para
volver a ser enterrado.
En tu gente
se ve el amor pulcro,
Pero su puño
sigue desmoronado.
El Caballero de la Divina Noche