15 de marzo de 2013
Detrás de
tantos “eres mi para siempre”
Siempre se
esconde un arrepentimiento,
Siempre emerge
un: juro que no miento.
Detrás de
cada pasión y su fiebre
Se oculta el
asesino de la liebre.
-¡Ya! De una
buena vez quédate quieto-
Me
tartamudean el mar y el viento.
-¡Ya! Que el
maldito pecho se te quiebre.-
Me sugiere
el dragón del restaurante.
Dame diez
minutos, un colapso fugaz,
Una pequeña
tortura de amante.
Dame una
sombra para quedarme atrás
Para no
acercarme y asesinarte.
Pero como
duele una herida sagaz.