Nunca me ha
convencido una mujer
Cuando jura
que no me ha mentido.
Nunca se
adueña de mis sentidos
Aunque haya
llegado el amanecer,
Aunque me
jure por todo su ser
Y ponga en
prenda mi propio olvido.
Se entiende
el corazón confundido
Y confuso; y siente anochecer
A mitad del
entierro y el luto.
No me
derroto si soy prudente,
Nunca resucita
el difunto
Por mucho
seducir a la muerte.
No engañan
ni a mi vista ni gusto
Tres pares
de labios cuando mienten.
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