Aunque yo no juego con destinos
Y tampoco con los azares,
Decidí apostarle a los canales
Del máximo vestigio.
Hoy pongo en sus manos
Las flechas de mis amarres
Que no poseen hermanos,
Hechizos, oraciones ni enlaces.
Entre tantas historias de lujuria
En los corredores de mi alma,
Mi piel no intenta besar la cama
Con esa fuerza y furia
Como repuesta igualable
Que caracteriza a las mordidas
De tu boca tan amable.
¿Dónde está la subida
A tu cabello crespo?
Tantas veces no entiendo a la vida
Y otras tantas a mi cuerpo.
En todo el mar puedo navegar
Pero sobre tu piel es distinto,
Pareciera tu cuerpo más infinito
Que mi líquido hogar.
Perdona que no sea tan claro,
Pero así se habla en mi mundo,
Entre parábolas y aros,
No me creas tan confuso,
Mis letras no son más que tu inteligencia,
Que tu mente, que tu paciencia…
Rasguñame cuando puedas,
Pues mis piernas no son quietas,
Se mueven a cada instante,
Se acostumbraron a huir,
No creas que de ti
Pero les es extraño ser amantes.
Yered.
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