No hace
falta colgarse en la cuerda
Ni dispararle
mil dagas
Cuando el
ausente no recuerda
Que la
pistola tiene carga.
No hace
falta presumir el orgullo
Ni suicidar
su perdón
Si el mísero
capullo
No muestra
color.
¿Para qué
torturar a tu alma
Si no sabes
qué palabra
Se asemeja a
la de “tiempo”
Y el Facebook
está inquieto
Entre sábanas
sin cama?
El desquicio
de aborrecerlo
No nace espontáneamente
Y tampoco al
teniente
Le inspira a
quererlo.
Cuando el
tiempo se llama segundos
Date un respiro
profundo
Para sumarle
eones.
Cuando los
malditos leones
No dan
señales de vida
Nace la duda
de carne podrida;
No quieras
verte en ese espejo
Si tu
respiro perplejo
Aun suspira “quizás.”
Si tienes
límite, ponle un jamás.
Cuando los
besos se abrazan al limbo
Pero tu
corazón a la esperanza,
No digas en
casa
Que el tiempo
se llama tiempo perdido.
Yered Badillo
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