En verdad es terrible el dolor que siento...
18 de noviembre
de 2012
El casillero
estaba ocupado
Por nuestras
cosas y arreos.
Los mazos y
velas de un lado
Y por otro
la poesía y los cuentos.
Tan inseguros
como siempre,
Tan expuestos
como las espadas.
Al verlos me
dio fiebre,
Me contuve
para no irme de espalda.
Tantos años
en pie de lucha
Librados con
puritanos masones;
Tanto jurándole
a la ducha
Que la mugre
son esos cabrones
Y en menos
de un año
Toda nuestra
historia se fue al caño:
El llanto,
las blasfemias, los desengaños,
El querer
ser, las burlas, la confianza…
José Martí
murió de esperanza.
Con gusto me
dijeron: “se acabó”.
Sólo pude
encoger los hombros.
La rebeldía
de Valle se terminó.
Ahí están
nuestros escombros.
Evita preguntarme
por qué,
Desconozco la
respuesta.
Sucede y no
sé que es
Pero se
amotina en la puerta
La falta de
albedrío y conciencia.
La número
cuatro no tiene presencia,
Le amputaron
al ajefismo una pierna,
Un pedazo de
revolución tierna.
Siempre la
creímos inmortal
Como también
viril.
El futuro
nos pintó mal
Y también al
alma juvenil.
Nos quedamos
sin templo y sin cuna,
Sin esa mística, sin nuestra luna.
La decadencia
es obvia.
Nos dejaron
sin logia.
T·.·P·.·P·.·H·.· fraternalmente, Salvador Yered Badillo Enríquez.
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